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Actualización de madrugada

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Lugar: Cantabria, Spain

miércoles 28 de septiembre de 2011

FIRMAS: Federico Jiménez Losantos, PG Cuartango, Erasmo, S González, R Amón, J Müller, R del Pozo


F. JIMÉNEZ LOSANTOS

28/09/2011

Colaboradores

SI COLABORAR es ayudar, nadie ha colaborado tanto con la banda etarra como los gobiernos, fiscalías, medios de comunicación y demás extensiones del poder del Ejecutivo de Zapatero. Cuando merced a una masacre terrorista que se ha negado a investigar, y juzgar, llegó al Poder, los etarras llevaban un año sin poder matar a nadie, estaban acorralados legalmente, atravesaban una pésima situación financiera y su futuro era aproximadamente nulo. Zapatero los deja, tras legitimarlos todo lo políticamente posible, con más poder del que han tenido nunca: la Diputación General de Guipúzcoa, la Alcaldía de San Sebastián y más de cien municipios en el País Vasco y Navarra. Con la recaudación y el acceso privilegiado a datos de ciudadanos chantajeables por asesinables. Su balance es como el de la economía: siniestro total.

Las herramientas utilizadas por ZP en todas sus hazañas para encubrir o disimular actividades terroristas han sido dos: los jueces bizcochables y la Fiscalía General del Estado, o sea, Cándido, asistido fielmente por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, ese tribunal especial que se supone dedicado en exclusiva a luchar contra el terrorismo y el narcotráfico. El reciente aquelarre de Bermúdez y Zaragoza en el Pleno con Calzador repitió su número del juicio y sentencia del 11-M y demostró que, por respeto a las víctimas y a los jueces y fiscales decentes, hay que cerrar la Audiencia Nacional.

Mientras Zapatero, Rubalcaba, Blanco, Chaves y demás familia glosaban el «paso» de los presos etarras, Cándido dijo anteayer que el comunicado «es un bochorno y una vergüenza». No. Vergüenza es ver a sus conmilitones mintiendo a los ciudadanos y lo de Zaragoza diciendo que «la jurisprudencia del Supremo y la Audiencia Nacional sobre el delito de colaboración con banda armada es unánime». Conde Pumpido en sentencia del 16-2-1999 contra dos colaboradores de ETA decía: «La esencia del delito de colaboración con banda armada consiste en poner a disposición de la banda, conociendo sus métodos, determinadas informaciones, infraestructuras o servicios de cualquier tipo, que en ocasiones le sería imposible obtener sin dicha ayuda externa». No podría describirse mejor el caso Faisán.

Pero ayer Cándido se desdijo de anteayer y aseguró que «está de acuerdo con el presidente» sobre el comunicado etarra. Dalí diría: «Zapatero, tampoco». Yo creo que el presidente y Cándido necesitan ayuda profesional. Ya.

OORBYT.es

>Vea de martes a sábado el videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Sólo en EL MUNDO en Orbyt, hoy: Los culpables de los recortes


ERASMO

28/09/2011

Lindo

TAMAULIPAS, México: periodista Elizabeth Macías, decapitada. Dos reporteras del DF: estranguladas. Etecé. Monterrey (Nuevo León), peligrosa capital, ocupada militarmente por oscuros centuriones enmascarados. Aquel embajador español en Panamá, Rafa Jordana. Adorable rapsoda ('Contadora/ Contadora'/ etecé). Ni los ujieres le recibían. Casi vivía en el campo de golf de la Zona del Canal (marines, bandera USA). Gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina (PRI), mas vive en San Antonio, Texas, USA. Viaja al despacho cada día en helicóptero y

pedro g. CUARTANGO

28/09/2011

El gato de Schrödinger

EL FÍSICO austriaco Erwin Schrödinger propuso en 1937 un experimento para demostrar la influencia de un observador sobre un fenómeno. El experimento consistía en imaginar un gato encerrado en una caja junto a una ampolla de gas muy venenoso. La ampolla está conectada a un martillo que la hará estallar si un átomo radiactivo emite una partícula alfa en el plazo de una hora. Hay exactamente un 50% de posibilidades de que ello suceda.

Schrödinger sostenía que el gato estaba vivo y muerto a la vez dentro de la caja para un observador que midiese la radiactividad. Lo que hacía decantarse al gato hacia uno u otro estado era el hecho de abrir el recipiente.

La paradoja fue corroborada en 1996 por físicos que inyectaron un electrón por un tubo metálico con dos salidas a sendas cajas herméticas. Los científicos observaron que el electrón estaba en las dos cajas a la vez y que, al abrirse cualquiera de ellas, siempre aparecía dentro esa partícula. Ello se explica por la naturaleza ondulatoria de la materia que hace que un electrón pueda desplazarse a una velocidad que le permite estar en dos lugares de forma simultánea.

Según la física cuántica, la materia tiene una naturaleza ondulatoria, lo que implica que el universo físico en el que vivimos podría tener más dimensiones de lo que percibimos. Esta es la razón por la que Rolf Heuer, director del CERN, declaraba ayer a este periódico que los neutrinos podrían haber encontrado un atajo en otra dimensión para viajar a mayor velocidad que la luz. Uno de los misterios de la física cuántica.

Todo esto significa que los últimos avances de la ciencia contradicen nuestras certezas más elementales y nos abren las puertas de un nuevo mundo totalmente desconocido, en el que la materia adopta extrañas formas que no podemos concebir.

¿Cómo el gato de Schrödinger puede estar vivo y muerto a la vez? Lo que sucede es que nuestras categorías mentales nos inducen a creer que la vida y la muerte -el ser y la nada- son incompatibles y excluyentes, lo cual es verdad a escala de nuestra observación cotidiana pero no vale en la física de los átomos o de los agujeros negros.

Nuestras estructuras mentales y el lenguaje condicionan nuestra percepción de las cosas, que vamos encajando en una especie de fichero que tenemos en el cerebro. Así, vemos una luz roja o tocamos un objeto, pero lo que en realidad estamos recibiendo es una onda o una magnitud física que descodifica nuestra cabeza.

La conclusión -si es que se puede concluir algo sobre la realidad exterior- es que sólo podemos percibir una pequeña parte de la realidad física, un minúsculo fragmento del Universo. Por eso, la ciencia es limitada y casi todas sus hipótesis -incluyendo la teoría de la relatividad- son revisables.

Somos como ciegos que buscan orientarse en una enorme caverna. Vamos tanteando e intentando comprender las dimensiones de un entorno que nunca podremos ver. Estamos condenados a la oscuridad en la infinitud del espacio

SANTIAGO GONZÁLEZ

28/09/2011

¡Que vienen, que vienen!

Hay señales en el aire que pregonan el advenimiento de Rajoy como presidente del Gobierno. Le va encontrando carisma gente que siempre lo vio como un perdedor nato. Qué digo nato, recalcitrante, el único aspirante que lo intentó dos veces y las perdió todas, como le pasó al coronel Aureliano Buendía con las 32 guerras civiles que emprendió. Cualquiera de ustedes recordará que Felipe González, que se cayó en la pila del carisma de pequeño, fracasó dos veces frente a Suárez antes de arrollar en el 82. Lo mismo le pasó a Aznar frente a González. A la tercera fue la vencida.

Rajoy perdió frente a Zapatero y parece que va a ganarle por incomparecencia en 2011. Los medios empiezan a considerarlo verosímil (huy, perdón). De ahí que empiecen a descubrirle virtudes insospechadas. Sin embargo, las pruebas del advenimiento no están ahí, sino en la actitud de los propios candidatos. El ganador se prepara ya para bajarse de sus promesas anteriores sobre la anulación de los recortes socialistas a las pensiones. El perdedor sube la apuesta y promete subir las pensiones y el sueldo a los funcionarios, recortados hace año y medio por el Gobierno del que él formaba parte. Nadie había cuestionado hasta 2010 el acuerdo del Pacto de Toledo sobre el tema: «Debe garantizarse el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones mediante la revalorización automática de las mismas, en función de la evolución del IPC».

El perdedor, tanto más perdedor cuanto más promete, no aspira a ganar; sólo a no romper el suelo de marzo de 2000. No quedan ya jubilados ni funcionarios tan mansos de corazón como para entonar: «El señor (Rubalcaba) nos lo dio, el señor nos lo quitó. Bendito sea su santo nombre». Es un brindis al sol, que es como se llama en lenguaje taurino a las promesas demagógicas. Los espectadores de sol, menos versados, se dejan engañar fácilmente por truculencias. Por lo demás, España es un eterno ir y venir. En 1993 el PP era el dóberman que llegaba. Ahora el genio de José Blanco anuncia los recortes con efectismo gore: «Rajoy propone la motosierra para la educación y la guadaña para los pensionistas». Parece un poco exagerado comparar los planes educativos del PP con La matanza de Texas, por un partido que ha elaborado cuatro grandes leyes, rectificándose tres veces a sí mismo y una al PP. Citar a los pobres pensionistas la llegada de la Parca y su guadaña está a medio camino entre el Ángel Exterminador y la Santa Compaña, esa procesión de ánimas que visita las casas del personal descatalogado a punto de doblar la servilleta. ¡Que vienen, que vienen!, dicen para alarmar a la clientela y tratar de evitar lo peor. Es la inversión de la campaña que hacía el prolífico Mariano Ozores en 1982: ¡Que vienen los socialistas!

RUBÉN AMÓN

28/09/2011

La moviola de la Historia

LA PLAZA de Barcelona tenía que haber muerto de inanición y ha terminado haciéndolo de bulimia. Es la última paradoja del liberticidio, tal como se desprende del cartel de «No hay billetes», de la plétora de orejas, de desmesurada cobertura informativa y hasta del derroche que han propuesto los diestros anunciados este fin de semana.

Parecía como si Morante, El Juli, Manza-nares y José Tomás hubieran querido retratarse en la plenitud. Representan una generación cuyo talento y personalidad puede compararse con cualquier época esplendorosa de la Tauromaquia, aunque la coyuntura del desquite identitario los ha convertido al mismo tiempo en matarifes y héroes goyescos. Los toros se han manipu-lado arbitrariamente al antojo de los propagandistas. Igual valían para ensalzar el fervor republicano como se utilizaron para colocar la esvástica en aquella corrida venteña de 1939 donde Himmler compareció como presidente honorario.

Fue el mismo ejercicio en que tuvo lugar la alternativa de Manolete. El toro fue bautizado tres años antes como Comunista a gusto del ganadero (Clemente Tassara), pero las autoridades falangistas exigieron que corrigieran los documentos del funo, de modo que Manuel Rodríguez dio muerte finalmente a Mirador en la Maestranza.

Tanto valen los ejemplos para abochornar la manera en que el nacionalismo abertzale ha amañado la moviola de la Historia. Amenaza el alcalde de San Sebastián con prohibir las corridas en la capital donostiarra. Es una manera de sumarse a la campaña victimista de Esquerra Republicana, sin miedo a contradecir la doctrina vigente del nacionalismo filoeterra en asuntos taurinos y en los trasuntos atávicos.

De hecho, la versión en boga hasta la irrupción de Bildu consistía en que el origen de la Tauromaquia se remonta al heroísmo de la muchachada de Euskal Herria. ¿Acaso no son genuinamente vascos los toreros que aparecen en el segundo acto de La Traviata? ¿No es cierto que la fiereza del uro navarro constituye el embrión del toro de lidia?

Unas y otras preguntas concluían que España se había apropiado de una tradición vascongada, sin olvidar que la construcción del mito desembocaba en la trayectoria profesional de Chiquito de Amorebieta, sobrenombre de Jon Idígoras cuando el patriarca de Herri Batasuna se empleaba en las plazas de los pueblos con su capotillo y espada. Reniega de Chiquito ahora la estirpe de los cachorros y también lo hace Juan Carlos Izagirre, cuya aversión de circunstancias al arte de torear podría concederse quién sabe una moratoria si los toreros hacen el paseíllo con un pasamontañas y despachan a las reses con un tiro en la nuca

La 'dictadura' del relativismo

El autor reivindica el relativismo como herramienta contra el absolutismo religioso y el totalitarismo político
Sostiene que la regla de las mayorías continúa siendo la más adecuada para solventar los conflictos sociales
las fórmulas han tenido tanto éxito en el mundo mediático como la formulada por Joseph Ratzinger acerca de la situación que vivimos en nuestro mundo actual. Para el actual Pontífice nuestro mundo está sometido a una filosofía relativista que se identifica con la democracia, ya que para muchos de nuestros contemporáneos sólo el que es capaz de aceptar que no existe una verdad absoluta puede asumir realmente la democracia. Para muchos de nuestros contemporáneos, para que virtudes como la tolerancia puedan arraigar es imprescindible aceptar que nadie tiene el monopolio de la verdad y asumir que todas las opiniones merecen respeto. Sólo el pluralismo de formas de vida garantiza una democracia liberal y pluralista.

Hasta tal punto ha arraigado esta filosofía en el mundo actual que todo el que se rebela contra la misma es contemplado, a juicio de Benedicto XVI, como alguien raro, como alguien extraño, como un ser que se sale de la norma y tiene la osadía de no aceptar los cánones de lo políticamente correcto. Ahí está la auténtica misión de los verdaderos creyentes: ser capaces de enfrentarse con la opinión política comúnmente admitida, aunque ello implique quedarse en minoría en este mundo conformado por el relativismo, el hedonismo y el utilitarismo.

Confieso que la música de lo dicho por Ratzinger no suena mal; cualquier planteamiento ilustrado que conozca los límites de la razón deberá tener en cuenta su diagnóstico y tomar nota de los peligros de un mundo donde muchos entienden que la discusión acerca de la verdad debe ser abandonada so pena de caer en el absolutismo. Para ellos lo mejor es aceptar la más pura indiferencia ante cualquier tipo de discusión doctrinal.

La fuerza de esta percepción acerca de los límites del relativismo responde a una situación en la que asistimos a un hartazgo ante la pretensión de los sistemas parlamentarios de imponer la regla de las mayorías como una prueba irrefutable de la verdad; hay una cierta rebeldía a aceptar que lo aprobado por la mayoría de un parlamento debe ser asumido incondicionalmente sin que quepa formular ninguna objeción.

Siendo esto cierto hay que comprender las razones que explican la buena fama del relativismo. Pocos autores lo han planteado con mayor acierto que el gran filósofo del Derecho y de la Política Hans Kelsen. Para Kelsen, «el paralelismo que existe entre el absolutismo filosófico y el absolutismo político no es únicamente externo ya que, de hecho, éste tiene una tendencia inconfundible a utilizar aquel como instrumento ideológico. El gobernante, para justificar el poder ilimitado del que goza y la sumisión incondicional de todos los demás, debe considerarse directa o indirectamente autorizado por el único absoluto posible, por el Ser Supremo suprahumano, por ser su descendiente o enviado, o por estar místicamente inspirado por él».

Habiendo soportado una dictadura política basada en el nacional-catolicismo no creo que a los españoles nos sorprenda el diagnóstico de Kelsen. Pero lo que provoca la gran fuerza del relativismo es que Kelsen añade: «Cuando la ideología política de un Gobierno totalitario y autocrático no permite recurrir al absoluto de una religión histórica, como sucede en el nazismo y en el bolchevismo, tiende abiertamente a asumir un carácter dogmático, dando un valor absoluto a su idea básica, ya sea la idea de nación o la de socialismo».

Es aquí donde pienso que está la fuerza del relativismo. Tras la experiencia del absolutismo religioso y de los totalitarismos políticos somos muchos los que asumimos que es imprescindible una dosis de relativismo si queremos evitar el fanatismo, la intolerancia y el fundamentalismo. De ahí el miedo que nos provocan no sólo las antiguas religiones dogmáticas sino los nacionalismos etnicistas o los fundamentalismos religiosos, y de ahí todas las discusiones de la filosofía política actual acerca de la difícil compatibilidad entre islam y democracia.

Sería absurdo pensar que Ratzinger no conoce todos estos debates. Precisamente porque los conoce no trata de imponer su punto de vista en todas y cada una de las cuestiones, no trata de volver a un absolutismo político donde el liderazgo religioso invista de sentido al poder político. Ha vivido como todo alemán la importancia del pluralismo religioso y los efectos demoledores del nazismo; lo que Ratzinger trata es de reservar para la Iglesia una zona especial de la realidad, una zona de la existencia humana, sobre la que no se debería legislar sin tener en cuenta que, al afectar a la esencia de lo humano, no cabe resolver los conflictos apelando a las razones de cada cual, a las preferencias valorativas de los distintos grupos humanos, o a las disposiciones de los grupos parlamentarios a la hora de votar.

Como el lector comprenderá, aquí es donde aparecen los problemas. Y son problemas que no se resuelven proponiendo que la religión sea un asunto puramente privado sin ninguna relevancia pública. Las religiones siempre han combinado lo privado (la intimidad de la conciencia) con lo público (la expresión pública de las propias convicciones religiosas en orden a hacer proselitismo y difundir las propias creencias). El problema en democracia es que, más allá de lo que opinen las iglesias o los colegios profesionales, los sindicatos o los movimientos sociales, los clubs deportivos o los medios de comunicación, alguien tiene que decidir. Y en la democracia representativa ese papel, con todas sus limitaciones e imperfecciones, lo cumplen los parlamentos.

¿Pueden los parlamentos guiarse por un criterio que no sea el de la mayoría? No, aunque muchos no estén de acuerdo con sus decisiones. Al guiarse por la regla de las mayorías los parlamentos democráticos asumen que su decisión es revisable, es coyuntural, es relativa, son falibles y pueden equivocarse y no deben tratar de imponer a nadie dogmáticamente su decisión. Nadie está obligado, por ello, a abortar, o a casarse con una persona de su mismo sexo, o a solicitar la aplicación de la nonata ley de la muerte digna. Habrá algunos que consideren que el aborto es pecado, que el único matrimonio valido es el matrimonio heterosexual y que hay que sufrir con entereza el dolor hasta que la providencia decida poner fin a la vida humana. Todas estas opciones son plausibles, pero no pueden ser impuestas al conjunto de la sociedad so pena de caer en un nuevo tipo de fundamentalismo.

Es éste el sentido en el que personas de distintas ideologías políticas, liberales o socialistas, somos relativistas. No porque tratemos de imponer dogmáticamente nuestro credo a todos los ciudadanos sino porque no queremos confundir el Derecho con una confesión religiosa particular. Respetamos que los que están en contra de esta legislación permisiva piensen que ello significa fomentar una mentalidad, a su juicio, pecaminosa, pero lo que un Estado democrático no puede aceptar es que lo que para los creyentes es pecado sea para todos un delito.

no hay pues ningún tipo de dictadura en aceptar la regla de las mayorías para dirimir conflictos que afectan a convicciones existenciales donde siempre imperará el pluralismo de las formas de vida. La regla de las mayorías no impone dogmáticamente un credo, como si hacían las posiciones absolutistas a las que hacía referencia Kelsen. La regla de las mayorías, para ser bien ejercida, debe permitir el máximo respeto a las minorías, y la posibilidad de ejercer la objeción de conciencia cuando uno esté radicalmente en contra de lo aprobado por un parlamento. Estas son conquistas de la democracia liberal que no se pueden olvidar.

Por ello decía que la música de Ratzinger suena bien pero el problema está en la letra. Si sólo se tratara de difundir la necesidad de minorías que combatan un mundo contaminado por el hedonismo, el utilitarismo o el consumismo desaforado, muchos sectores de la izquierda alternativa estarían de acuerdo y propondrían unos valores posteconomicistas. El problema es cuando, so capa de la crítica al relativismo, se plantea que el relativismo es una nueva forma de dictadura y que sólo el que está dispuesto a aceptar la Verdad con mayúscula puede dar sentido a la propia existencia.

El siglo XX ha cometido muchos errores pero nos ha prevenido del peligro de los que se creen en posesión de valores absolutos. Como decía Kelsen, «la creencia en valores absolutos lleva irremisiblemente, desde siempre, a una situación en la cual el que cree poseer el secreto del bien absoluto quiere tener el derecho de imponer su opinión y su voluntad a los demás que están equivocados. Según este punto de vista, equivocarse es estar en el mal camino, y, por tanto, merecer un castigo».

¿No es en esta confusión entre el pecado y el delito donde están muchos de nuestros males? ¿No es ahí donde se encuentra la peor secuela del absolutismo y de la dictadura? Creo que volver a leer a Kelsen es imprescindible para todo el que no quiera asumir sin más el diagnóstico de Ratzinger, para todo el que desee diferenciar la música de la letra en los textos de Benedicto XVI.

Antonio García Santesmases es catedrático de Filosofía Política de la UNED

RAÚL DEL POZO

28/09/2011

Urracas y mendigos

EL RUIDO DE LA CALLE

Me levanto, voy a buscar los periódicos del día y vuelan las urracas mientras Dana me da los buenos días con sus orejas de plata. Dana es la perrita de mis vecinos, una Coton de Tuléar. La han traído de Madagascar y es de estirpe real. En la puerta, un hombre sucio, vestido de negro, como si acabara de dormir en la tinaja de Diógenes, me pide un trabajo o una limosna. Las urracas siguen volando cerca de los pies del boqueras en los últimos días de septiembre, cuando -como escribió el poeta- la mañana anuncia que pronto nos hundiremos en las frías tinieblas.

La urraca tiene nombre de reina o de alcahueta; de entre todas las aves es la que mejor aguanta la presencia del hombre, mejor incluso que los gorriones, a los que se traga. Es ley de vida, ley de Darwin: unos devoran a otros para sobrevivir. Lo recuerda la greguería: la mirada del cordero no hace caritativo al hombre. Lo decían los ilustrados: a las moscas se las comen las arañas; a las arañas, las golondrinas; a las golondrinas, las urracas; y a las urracas, los azores y los halcones.

Se extinguen muchas aves en Madrid y sobreviven las que mejor se saben adaptar a la carroña. Veo desde mi ventana mirlos y palomas turcas que sonríen. Se acercan al Foro millones de gaviotas. Vienen de comerse los ojos de los ahogados de las pateras. Dominan las urracas y reinan los halcones, que anidan en los altos edificios de los bancos. Esos cernícalos peregrinos se comen a las urracas y acabarán devorando a las gaviotas y a los mendigos. Los alcotanes, rapaces pero fieles, han pasado de los brazos de los reyes a los de los brokers de fortuna cuando los cambios ya no los hacen los trabajadores ni los indignados ni los filósofos ni los poetas, sino los agentes de Bolsa.

Alessio Rastani, un broker, ha dicho la verdad: «La crisis es un sueño para los que quieren hacer dinero». El ave de presa asegura que el euro se va a estrellar en menos de 12 meses y los ahorros de millones de personas se desvanecerán. Insinúa que quizá dentro de un año van a volar las acciones de la Bolsa y lo que quede en los bancos lo va a intervenir la autoridad.

Y yo me pregunto: ¿no es más decente dejar el dinero en casa para que se lo lleven los atracas que entregarlo a los banqueros y a sus cómplices? Los agentes de la cetrería bursátil comentan que ya no mandan los políticos. «Goldman Sachs es el que gobierna el mundo».

Al final veremos un paisaje de urracas de colas azules y tripa blanca picoteando a los mendigos mientras escuchamos en la radio los discursos de los políticos con consignas ampliadas o mentiras piadosas

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